martes, 5 de julio de 2011

El Papa Benedicto XVI autoriza el decreto que reconoce el martirio de las "Trece Rosas Blancas" asesinadas por los rojos en 1936

Este mes se cumplen 75 años del recrudecimiento, durante la Guerra Civil Española, de la Persecución Religiosa que ya había comenzado con la quema de iglesias y conventos en la primavera de 1931, apenas iniciada su andadura la infame II República.

Dicha persecución produjo los primeros mártires durante el intento de  golpe de Estado revolucionario llevado a cabo
en octubre de 1934 por el Partido Socialista Obrero Español, PSOE (el partido que actualmente gobierna en España) y la Izquierda Republicana de Cataluña, ERC. Continuó con la quema de más iglesias y el asesinato de más sacerdotes durante la llamada "Primavera Sangrienta" de 1936, desde el fraudulento triunfo electoral del Frente Popular en febrero, hasta el secuestro y asesinato del líder de la oposición, el Sr. D. José Calvo Sotelo, por escoltas de Indalecio Prieto (presidente del PSOE), tras haber sido amenazado de muerte en las Cortes por Santiago Casares Quiroga (Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Guerra) y la diputada comunista Dolores Ibárruri "Pasionaria". Menos de una semana después ya había comenzado la Guerra Civil, período que produjo el mayor número de mártires cristianos desde las persecuciones de los emperadores romanos.

El pasado martes 28 de junio se hacía público que S. S. Benedicto PP. XVI había autorizado el día anterior el decreto que reconoce el martirio de trece mujeres, las "Trece Rosas Blancas", doce de ellas religiosas (Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl) y una seglar, que murieron asesinadas por los rojos, por "Odium Fidei" (odio a la fe), en diversos lugares de la Archidiócesis de Valencia entre el 19 de agosto y el 9 de diciembre de 1936.

Figuran en la causa, encabezada por Josefa Martínez Pérez (de Alberique, Valencia): María del Carmen Rodríguez Banazal (Orense, 1876), María del Pilar Nalda Franco (Cádiz, 1871), Estefanía Irisarri Irrigaray (Navarra, 1878), Josefa Laborda Goyeneche (Navarra, 1864), Isidora Izquierdo García (Burgos, 1885), Martina Vázquez Gordo (Segovia,1865), Victoria Arregui Guinea (Vizcaya,1894), Joaquina Rey Aguirre (Vizcaya,1895), María Luisa Bermúdez Ruiz (La Coruña, 1893), María del Rosario Ciércoles y Gascón (Zaragoza, 1873), Micaela Hernán Martínez (Burgos, 1881), y la seglar Dolores Broseta Bonet (Bétera -Valencia-, 1892).

La causa por martirio fue iniciada en Valencia en 1966, pero quedó interrumpida y se reanudó en 1994.

Sor Josefa Martínez era enfermera en el Hospital Provincial de Valencia en 1936, destacando por su fidelidad a las reglas, piedad y entrega a los enfermos. En la guerra, fue despedida la comunidad integrada por un centenar de hermanas, buscó refugio en Alberique, junto a sus padres y su hermana Natalia que esperaba su cuarto hijo. Al ser detenido su cuñado, por ser católico, ella se ofreció en su lugar pero no fue aceptada. A los pocos días, la apresaron junto con su hermana. Sor Josefa intercedió ante los milicianos para que liberasen a su hermana encinta, y pidió que sólo la matasen a ella. Fue fusilada por causa de la fe el 15 de octubre de 1936 en Llosa de Ranes en el paraje conocido como "Puente de los perros". Antes de morir perdonó a los que la fusilaban, puso su vida en manos de Dios y pidió la intercesión de la Santísima Virgen con el rezo del santo Rosario.

Dolores Broseta vivía con las religiosas en el Hogar de personas mayores de Bétera. Intentó ingresar en las Hijas de la Caridad pero la enfermedad se lo impidió. Regresó a Bétera, para trabajar en el asilo con las religiosas pero al ser asaltada la residencia, se refugió en Valencia, en una pensión con otras religiosas, hasta que fueron localizadas, y fusiladas en el Picadero de Paterna.

Con Dolores Broseta fueron fusiladas las religiosas sor Josefa Laborda de 72 años, superiora del Colegio-Asilo de Bétera; sor Carmen Rodríguez, de 59 años, maestra de párvulos; sor María del Pilar Nalda, de 65 años, y sor Estefanía Irrisarri, de 58 años, los últimos 39 como maestra de párvulos en Bétera.


Asesinada por quienes alimentó

Sor Martina Vázquez, de 71 años, en 1936 realizaba su misión en el Hospital de Segorbe, Castellón, de donde fue despedida. Fue capturada en casa de una antigua alumna, se puso el hábito y fue conducida en un camión a la carretera de Algar de Palencia. Tras rezar por sus perseguidores y perdonarles públicamente, pidió morir de frente, con los brazos en cruz y el crucifijo en su mano derecha. Los milicianos que dispararon habían sido socorridos por ella en el Comedor de Caridad de Segorbe, que había fundado.

Sor Joaquina Rey, trabajaba en la Casa de Beneficencia de Valencia y en 1936 se refugió con otras hermanas en la localidad valenciana de Foios, en la casa de una hermana. Allí fueron localizadas y apresadas. Presas ella y sor Victoria Arregui, fueron sentenciadas a muerte por ser religiosas. Antes de ser fusilada en el cementerio de Gilet, el 29 de octubre de 1936, Joaquina Rey arrebató el arma al verdugo que intentó violarla. Pero reflexionó, entregó el arma y pidió perdón públicamente por su cobardía, según las mismas fuentes. Seguidamente ofreció el perdón a sus perseguidores y aceptó los tiros de muerte mientras gritaba: "Viva Cristo Rey".

Sor María Rosario Ciércoles estudió Música antes de ingresar en la Compañía. En 1936, era organista, profesora de Música y manualidades en el Asilo de San Eugenio de Valencia. Sor Rosario con otras dos compañeras, sor Micaela Hernán, de 55 años, y sor María Luisa Bermúdez, de 43 años, se fueron a Puzol, Valencia, a la casa de un familiar de una hermana donde fueron apresadas el 17 de agosto de 1936, y martirizadas debajo de un limonero cerca del cementerio de Benavites, Valencia.

No hay comentarios :

Publicar un comentario