viernes, 4 de enero de 2008

El aborto visto a los 16 años

Me gustaría colocar íntegra una carta anti-aborto escrita por Elvira Oliva López, una chica de 16 años que estudia en el Colegio Aura de Tarragona, publicada por Forum Libertas, en la que con mucha ironía, a pesar de lo grave del tema, critica la actual "cultura de la muerte":

Te perdono, mamá; duerme tranquila...

Nos gustaría convencerles de la heroicidad que supone deshacerse de un niño.

¡Señoras y señores, sean bienvenidos, una vez más, al Gran Circo Esperpéntico de la Vida! Como muy bien sabrán, este espectáculo se basa, principalmente, en arrebatarles su libertad, en el dominio incondicionado sobre ustedes y que salgan del mismo con ese orgullo falso de creer saber la verdad.

Queremos penetrar en sus mentes, confundirles, manipularles para que afirmen rotundamente aquello que nos interesa que afirmen. De este modo, colaborarán con “La Organización de Interesados y Egoístas”, para que consigan sus propios fines, teniendo en cuenta que lo que se maneja detrás de ellos es el poder, el dinero y un deseo desmesurado de controlar sus vidas.
El tema de hoy es el aborto. Ese acto tan noble y generoso del que ya hemos conseguido que participen innumerables mujeres de todas las edades. Nos gustaría convencerles de la heroicidad que supone deshacerse de un niño que nunca contemplará los ojos de su madre y de la felicidad que eso conlleva. Tengan en cuenta que esos niños nunca tendrán la oportunidad de expresarles la desbordante alegría de haber sido asesinados.

Tampoco les agradecerán el haberlos librado de ver el cielo azul, las estrellas, de escuchar música, de sentir el amor, de prendarse de los campos verdes del verano... Una vez acaben con ellos sentirán en su interior el vacío característico de un abismo, y pasarán su vida recordando el día de su cumpleaños; pero no sufran, será mucho más gratificante saber que podrán hacer tantos viajes como deseen, o que podrán seguir viviendo sin esos “problemas” que les impedirían hacer aquello que les apeteciera en cada momento.

Hoy en día, además, disponen de maravillosas opciones para llevar a cabo un aborto. Una de ellas es eliminar la primera y humilde célula de su hijo con una simple pastilla. Saben de lo que les hablo, ¿verdad? Esa célula que se crea después de una noche de alcohol o irresponsabilidad que todo el mundo, como les hemos hecho creer, niega que sea una persona.

Eso sí, por favor, no dejen que otros decidan por ustedes el momento a partir del cual “esa célula” empieza a ser persona. Doy por descontado que saben que empezará a ser humano cuando lo decidan sus padres y que sólo ellos tienen esa capacidad.

La siguiente opción, pensada para las valientes, es regalarle al bebé la agradable sensación del desgarro despiadado y lento de una trituradora hasta que su cuerpecito se rinda y sus llantos enmudezcan; eso sí, para mayor satisfacción personal, elijan esta opción cuando su cuerpo esté ya formado del todo. De este modo, quien sabe, quizá hasta sientan que su bebé se aferra con fuerza con sus bracitos al vientre para pedir inútilmente una oportunidad.

Para las que crean que estos métodos no son lo bastante buenos, pueden optar por extraerlos del vientre y dejarlos al amparo de un contenedor, entre la basura y la tristeza. Pero no abusen demasiado de esta opción ya que supondría un esfuerzo económico para los ayuntamientos sumar otro contenedor, encima no -reciclable, con el rótulo “Para bebés”.

En resumen, elijan la opción que elijan, el propósito del número de hoy es que se convenzan de que no es bueno tener valores y que pensar en la comodidad de uno mismo es esencial para llegar a la felicidad fugaz terrenal. Además, todos los niños que consigan matar piensen que van al cielo, como dicen los llamados católicos, y que según su religión, sus bebés les mirarán con cariño y dulzura desde arriba, rezarán por ustedes, llorarán al verles tristes, les amarán con todas sus fuerzas, incluso pedirán a Dios que les lleve junto a ellos y no dejarán de hacerles favores durante sus vidas, ¿no?

No me gustaría despedirme sin antes darles el secreto para la completa felicidad: por las noches, cuando su habitación se sume en la más profunda oscuridad y amargura escuchen atentamente, y ya verán cómo consiguen sentir en su cara el beso tierno y caliente de su bebé y que bajito le susurra al oído: “Te perdono mamá, duerme tranquila”.

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